Cómo definir objetivos claros para que tu web tenga éxito

Todo el mundo quiere un sitio web «bonito», «moderno», «que venda». Pero, ¿qué significan realmente esos adjetivos? ¿Qué problema específico va a resolver ese sitio web? ¿Qué resultados concretos se esperan? Si no puedes responder a estas preguntas con claridad meridiana antes de contratar a un diseñador o desarrollador, prepárate para un viaje lleno de frustraciones, sobrecostos y, muy probablemente, un resultado final que no cumpla con tus expectativas (ni con las de nadie).
La falta de objetivos claros al contratar la creación de un sitio web es un error sorprendentemente común. Y, créeme, no es un error barato.
Del trueque a la web
Desde los inicios del trueque, la claridad en los objetivos ha sido fundamental. Si un agricultor encargaba a un herrero una herramienta, ambos tenían que tener muy claro para qué serviría esa herramienta, cómo debía funcionar y qué características debía tener. De lo contrario, el herrero podía acabar fabricando un arado cuando lo que se necesitaba era una hoz.
En el mundo del diseño, la cosa no es muy diferente. Ya sea que se trate de un cartel publicitario, un edificio o un sitio web, el diseño siempre debe tener un propósito claro. Un cartel debe comunicar un mensaje de forma rápida y efectiva. Un edificio debe ser funcional, seguro y estéticamente agradable. Y un sitio web… bueno, un sitio web puede tener muchos propósitos diferentes. Y ahí radica el problema.
Con la explosión de internet, muchas empresas se lanzaron a crear sitios web simplemente porque «había que estar ahí», pero lo hicieron sin una estrategia clara, sin objetivos definidos y sin comprender cómo ese sitio web contribuiría a sus objetivos de negocio. El resultado, en muchos casos, fueron sitios web «bonitos» pero inútiles, que no generaban ningún retorno de la inversión.
Por qué la improvisación en diseño web es una muy mala idea
Un error frecuente al contratar un sitio web es sucumbir a la tentación del «ya lo iremos viendo sobre la marcha». Se inicia el proyecto sin una visión clara, esperando que el diseñador o el equipo de desarrollo «resuelvan» la indefinición en el proceso.
Este enfoque, que a primera vista puede parecer flexible y propicio para la creatividad, en realidad sienta las bases para un desarrollo problemático. La falta de dirección transforma el proyecto en una travesía sin un destino claro, donde las decisiones se toman de forma reactiva y las discusiones improductivas consumen tiempo valioso.
Cuando el cliente no tiene certeza de lo que busca, es imposible que el diseñador o desarrollador lo adivine. Esta divergencia de expectativas genera frustración en ambas partes y puede desembocar en conflictos y retrasos. La ausencia de una planificación inicial se manifiesta, inevitablemente, en constantes cambios de rumbo, solicitudes de modificaciones y, como consecuencia, en un incremento del presupuesto y una extensión del plazo de entrega.
Imagina que contratas a un arquitecto para que te construya una casa, pero no le dices cuántas habitaciones necesitas, ni qué estilo te gusta, ni qué presupuesto tienes. ¿Qué tipo de casa crees que te construiría? Probablemente, una muy diferente a la que tenías en mente (si es que tenías alguna).
En el diseño web, ocurre exactamente lo mismo.
Definiendo objetivos: más allá de los clichés y las frases vacías
La definición de objetivos claros y realistas para un sitio web requiere un enfoque metódico. Se debe comenzar por el «por qué». Antes de considerar aspectos de diseño, tecnología o contenido, es crucial cuestionarse: ¿Cuál es la razón fundamental para necesitar un sitio web? ¿Qué problema se busca solucionar? ¿Qué metas se pretenden alcanzar? ¿Se busca incrementar las ventas de un producto o servicio específico? ¿Se pretende captar leads cualificados? ¿Se desea fortalecer la imagen de marca? ¿Se busca proporcionar un servicio de atención al cliente más eficiente? ¿O el objetivo es construir una comunidad online, informar sobre un tema concreto o quizás educar a una audiencia?
Sé muy específico
La especificidad es clave. No es suficiente aspirar a «incrementar las ventas». Se debe cuantificar ese aumento, establecer un plazo y determinar los canales a través de los cuales se logrará. Un objetivo bien definido podría ser: «Incrementar las ventas online de nuestro producto estrella en un 20% durante los próximos seis meses». La definición previa de indicadores clave de rendimiento (KPIs) es un paso crucial en este proceso. Además, es aconsejable realizar proyecciones de retorno de inversión a corto, mediano y largo plazo.
Conoce a tu audiencia
Comprender a la audiencia es igualmente fundamental. ¿A quién se dirige el sitio web? ¿Cuáles son sus necesidades, intereses y puntos débiles? ¿Cómo interactúan con internet? ¿Qué dispositivos utilizan con mayor frecuencia? Un conocimiento profundo de la audiencia facilita el diseño de un sitio web que conecte verdaderamente con ella a través de investigación, no solo documental, sino con trabajo de campo.
Analiza a tu competencia
El análisis de la competencia es otro paso valioso. ¿Qué estrategias están implementando con éxito los competidores? ¿En qué aspectos fallan? ¿Qué oportunidades existen para diferenciarse? No se trata de imitar, sino de aprender y definir una estrategia propia.
Define tu propuesta de valor
La propuesta de valor debe ser definida y comunicada con claridad en el sitio web. ¿Qué hace única a la empresa o al producto? ¿Por qué los usuarios deberían elegir esa opción en lugar de las alternativas que ofrece la competencia?
Establece un presupuesto y un plazo
El presupuesto y el plazo de entrega deben ser realistas. ¿Cuál es la inversión disponible para el sitio web? ¿En qué fecha debe estar operativo? Un presupuesto y un plazo realistas permiten tomar decisiones informadas y evitar sorpresas desagradables y retrasos.
El contrato como hoja de ruta (y como red de seguridad)
Una vez establecidos los objetivos, es imprescindible plasmarlos en un contrato exhaustivo. Este documento trasciende la función de un mero acuerdo legal; se convierte en la guía maestra que orienta todo el desarrollo del sitio web.
El contrato debe detallar los objetivos del sitio web, describiendo de forma precisa lo que se espera lograr. Debe perfilar el público objetivo, especificando las características de los usuarios a los que se dirige. Las funcionalidades y características del sitio web deben ser enumeradas de forma clara. El diseño y el estilo deben ser descritos, incluyendo referencias visuales si es posible. El tipo de contenido que se incluirá en el sitio web y la asignación de responsabilidades para su creación deben ser definidos.
Un calendario de trabajo con fechas de entrega para cada fase del proyecto, un desglose detallado del presupuesto, las condiciones de pago, la titularidad de la propiedad intelectual (código fuente, diseño, contenido) y los términos de mantenimiento y soporte post-lanzamiento, son elementos que deben constar en el contrato.
Este contrato no solo protege los intereses del cliente, sino que también permite al diseñador o desarrollador conocer con precisión las expectativas del proyecto, lo que facilita un trabajo más eficiente.
La comunicación como clave del éxito
Incluso con objetivos cristalinos y un contrato sólido, la comunicación fluida entre el cliente y el equipo de desarrollo es esencial para el éxito.
Se deben establecer canales de comunicación regulares y abiertos, que permitan a ambas partes plantear dudas, compartir ideas y proporcionar retroalimentación continua.
El cliente no debe dudar en preguntar, solicitar aclaraciones o expresar inquietudes. Un profesional competente estará dispuesto a responder y explicar cualquier aspecto del proyecto.
El diseño web es un proceso iterativo. Es natural que surjan modificaciones y ajustes. Lo crucial es que estos cambios se realicen de forma colaborativa y siempre en consonancia con los objetivos definidos.
La pregunta que deberías hacerte
Antes de iniciar la creación de un sitio web, es crucial una reflexión profunda. ¿Es realmente un sitio web lo que se necesita? ¿O la necesidad real es una estrategia digital integral, que podría incluir un sitio web, pero también aprovechar otras herramientas como redes sociales, marketing por correo electrónico, publicidad online, entre otras?
En ocasiones, la solución a un problema no está en la construcción de un sitio web, sino en la definición de una estrategia digital coherente. De hecho, esto suele ser mucho más valioso (y rentable) que un sitio web estéticamente impecable pero carente de propósito.
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