Tu web tiene demasiadas opciones y eso está matando tus ventas. Punto
Una guía brutalmente honesta para dejar de paralizar a tus clientes y empezar a convertir de verdad.

La escena del crimen es siempre la misma: entras a una web para «echar un vistazo» y te encuentras con un buffet libre de la confusión. Un menú interminable, tres banners compitiendo a gritos por tu atención, un carrusel con párkinson y cinco botones de colores suplicando que les hagas caso. Veinte segundos después, te vas. Cansado, frustrado y sin haber comprado una mierda. Si esto te suena, no es un fallo tuyo: es una chapuza de diseño basada en el mito de que «más es mejor». La paradoja de la elección es simple: a partir de cierto punto, más opciones no empoderan, paralizan. Y en este artículo vamos a diseccionar esa parálisis, desde su raíz hasta sus consecuencias, para que dejes de construir laberintos y empieces a trazar autopistas.
La ciencia detrás del desastre
Hay catedráticos como Barry Schwartz que le pusieron un nombre bonito: «paradoja de la elección». Y principios de UX de la vieja guardia, como la Ley de Hick, que demuestran matemáticamente lo que el sentido común ya nos grita: a más opciones, más tiempo perdido. El famoso experimento de las mermeladas zanjó el debate: con 6 sabores la gente compra; con 24, la gente mira y se pira.
¿Por qué? Por carga cognitiva. El cerebro no es una supercomputadora, es un vago que busca atajos. La mayoría no busca la opción perfecta, busca una «suficientemente buena» que no le haga pensar demasiado. Si tu web convierte cada clic en un examen de matemáticas, has perdido la guerra por agotamiento.
Cómo estás saboteando tu propia web (y cómo dejar de hacerlo)
La traducción al terreno digital es directa: cada opción que añades es un nuevo enemigo compitiendo por la misma atención limitada. La pregunta no es «¿puedo añadirlo?», sino «¿a qué estoy renunciando si lo añado?».
Navegación y menús
Tu menú principal es una autopista o es una rotonda infernal en hora punta. No hay término medio. Un menú con catorce enlaces y subniveles ambiguos es una invitación al abandono. Nombrar bien y recortar sin piedad es estrategia, no censura.
Llamadas a la acción (CTAs)
«Pruébalo gratis», «Habla con ventas», «Descarga el PDF», «Suscríbete»… todo a la vez. Eso no es ofrecer opciones, es una ensalada de objetivos que no se aclara ni el que la diseñó. Cada página tiene una misión. Una. Y solo una. El resto es ruido de fondo y debe parecerlo.
Formularios
Un formulario con diez campos no es un formulario, es un interrogatorio. Pides datos que no vas a usar, comunicas desconfianza y matas la conversión por pura pereza. Si no lo necesitas para el siguiente paso, no lo pidas. Punto.
E-commerce y planes de precios
Tres planes bien diferenciados siempre ganarán a ocho escalones con matices que ni un notario entendería. La gente no quiere leer la letra pequeña, quiere entender de un puto vistazo cuál es para ellos. Diferencia con claridad o vende confusión.
La recompensa: menos ruido, más negocio
Cuando dejas de bombardear a tus usuarios y empiezas a guiarles, ocurren cuatro cosas, en este orden:
- Claridad: El usuario entiende al instante dónde está y qué puede hacer.
- Confianza: Una interfaz que toma decisiones y no delega la confusión en el usuario, es una interfaz que parece profesional y respetuosa.
- Velocidad: Menos deliberación, menos fricción, menos abandonos a mitad de camino.
- Conversión: La consecuencia inevitable de todo lo anterior. No es magia, es estadística.
El plan de batalla: audita, prioriza, simplifica y mide
Empieza hoy. Abre tu home y pregúntate: si un cliente entra con prisa y mala leche, ¿sabe en 3 segundos qué tiene que hacer? Si la respuesta es no, tienes trabajo.
- Audita: Coge cada página y define su misión principal. Sé honesto.
- Prioriza: Dale a esa misión el protagonismo visual que se merece. Degrada todo lo demás.
- Simplifica: Mata campos de formulario, fusiona categorías de menú, elimina variantes de producto que nadie entiende. Usa la desbrozadora.
- Mide: Haz un test A/B. Un solo CTA contra tres. Un menú con 4 enlaces contra uno con 10. Los datos no mienten.
Conclusión: deja de ser un catálogo, empieza a ser un arma
Deja de construir catálogos infinitos y empieza a diseñar conversaciones guiadas. El reto no es mostrarlo todo, es guiar con una claridad que desarme. Cuando eliminas opciones con la precisión de un cirujano, no estás limitando la libertad de tu cliente: le estás devolviendo el tiempo y la energía mental que otros le roban. Si algo he aprendido tras años viendo a usuarios reales sudar tinta frente a interfaces de mierda es esto: cuando la interfaz toma decisiones por empatía, el cliente responde con confianza. Y la confianza, en este negocio, es la única moneda que vale.
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